Una vez más la habitual mirada pícara, crítica y sarcástica de Maz sale a relucir en esta pintura mural, que conjugada con los icónicos y aparentemente simples ojos de Doa, que componen un efectivo trampantojo que funde la pared con la propia naturaleza que la rodea y parece querernos decir algo. Maz y Dona en esta intervención reflexionan en torno a paisaje y a la posición de los ojos que la miran como un activo transformador. Refiriéndose a la forma, a la manera con la que miramos nuestra realidad o nuestro paisaje, puede ayudarnos a cambiar completamente el significado de esta, también su estado.
Maz, artista residente en Sober (Lugo), estudió Bellas Artes entre España, Brasil y Portugal. Comienza a pintar grafiti en 2010, poco después pasa a realizar intervenciones urbanas con un cariz más personal, motivado por un pensamiento crítico y reflexivo y utilizando la pintura en la calle como un acto de comunicación, generando espacios narrativos que tratan las interrelaciones humano-natura en el Antropoceno.
Muralismo en Compostela