Al caer la noche, se encienden las farolas de luz amarillenta y Compostela cobra un aire de misterio y solemnidad. Si se logra hacer coincidir ese momento con el del crepúsculo, la fotografía puede ser memorable. Más tarde, en la zona monumental, casi se puede retratar el silencio.
Al caer la noche, se encienden las farolas de luz amarillenta y Compostela cobra un aire de misterio y solemnidad. Si se logra hacer coincidir ese momento con el del crepúsculo, la fotografía puede ser memorable. Más tarde, en la zona monumental, casi se puede retratar el silencio.